Conversación con Aaron Katz | por Mónica Jordan y Óscar Brox

A pesar de que se trata de una etiqueta discutible, el mumblecore arropa a toda una generación de cineastas que han hecho de lo joven el eje de sus discursos. Lo joven como ese espacio invulnerable en el que todo está permitido, como ese acceso de ternura que nos recuerda hasta qué punto podemos alcanzar nuestros objetivos, como esa intimidad que transforma el prejuicio en confianza, como ese camino en el que, por muchas líneas de fuga que se nos presenten, acabamos encontrándonos a nosotros mismos. La corta trayectoria de Aaron Katz refleja, con delicadeza y sinceridad, esos instantes de vida, de complicidad y autenticidad, que parecen cazados en mitad de una conversación entre adolescentes, de un encuentro fortuito entre dos extraños o, en fin, desde el conocimiento mutuo de dos hermanos. Tierno y sensible, el acercamiento de Katz al universo juvenil es, tal vez, una de esas raras ocasiones en la que sentimos que sus pequeñas historias sentimentales parecen directamente extraídas de la realidad. Algo mágico.


El pasado invierno tuvimos la oportunidad de charlar con Katz sobre su cine, sus gustos, el mumblecore y esos diminutos gestos característicos de sus personajes que nos robaron el corazón. A continuación podéis leer el resultado.



¿Por qué decidiste centrar tu debut cinematográfico en un mundo, el de la adolescencia, al que ya no pertenecías y que, además, no has vuelto a tratar en tus siguientes películas?


No buscaba escribir sobre adolescentes, pero lo que me llevó a empezar el guion de Dance Party USA fue una conversación entre dos chavales que escuché en el tren, algo así como una versión más larga de la escena de presentación de Gus y Bill.



Los personajes de tus películas desprenden una gran intensidad emocional y son muy naturales, ¿consideras que los actores llevan esa misma humildad y honestidad que desprenden tus personajes?


Tanto los actores como el director deben dirigir sus esfuerzos a conseguir que cada cual se sienta cómodo con su personaje. Nunca tengo una Iínea de actuación preconcebida y espero que los actores tampoco. Si todos hemos hecho nuestro trabajo, la libertad de movimientos y la interacción entre ellos deberían bastar.


En lo que respecta al cine que lidia con personajes arquetípicos y poco realistas, depende de cada película. Por ejemplo, me encantan La jungla de cristal y Parque Jurásico. Últimamente he disfrutado con Misión Imposible: Protocolo Fantasma y con la versión de Los hombres que no amaban a las mujeres dirigida por Fincher. Lo que realmente me molesta son aquellas películas que pretenden retratar personajes reales. En esta categoría pondría a muchas nominadas a los Oscar.



En todas tus películas aparecen objetos que relacionamos con la infancia (las bengalas de Dance Party USA, el órgano y la grúa en Quiet City, las gominolas de Cold Weather), ¿es tu manera de expresar que la infancia es el mejor refugio al que agarrarnos cuando nos enfrentamos a una etapa de transición vital?


Creo que la gente siente que debe abandonar aspectos de la infancia cuando realmente no hay motivo para ello. Yo disfruto con muchas cosas de mi infancia; por ejemplo, hace unos años no pude resistir la tentación de comprarme el barco vikingo de Playmobil. Por un lado, me sentí un poco tonto al comprarlo, pero molaba demasiado como para dejarlo pasar y me encantó hacerlo. En cierto modo es un refugio, como también pueden serlo actividades adultas como leer, asistir a cocktails o ir al cine. Para mí lo importante es disfrutar de lo que nos gusta, y supongo que mis personajes sienten lo mismo.



¿Qué importancia concedes a la ciudad dentro de tus historias? Si bien los personajes son pocos y están muy definidos, dedicas también planos a mostrar la ciudad en la que la acción transcurre.


La ciudad es muy importante porque refleja nuestra manera de vivir. Siempre que recuerdo diferentes periodos de mi vida, las ciudades en las que he residido han jugado un papel relevante. He vivido en Portland, Carolina del Norte, Nueva York y Pittsburgh, y en cada una de ellas mi experiencia ha sido diferente. Lo que ves, cómo te relacionas, dónde eliges ir…, todo eso está ligado con uno mismo. Por eso me gustan las películas que transmiten ese sentimiento, que siempre tengo en cuenta en mi cine.



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¿Cómo cambia tu percepción de la historia en el momento en que, tras dos filmes con personajes destinados a acabar emparejados, decides centrarte en dos hermanos? ¿Cómo afectó eso a tu acercamiento al guion y a la dirección?


Lo cierto es que no fue tan diferente. El punto de partida pasa por ser consciente de que cada personaje tiene sus propias circunstancias, así que en este caso lo importante no era que fuesen hermanos sino que se conocían desde hacía mucho tiempo, puesto que la gente que se conoce bien (hermanos, amigos, matrimonios…) se relaciona de una manera distinta. Resulta difícil capturar esa clase de sentimientos con actores que no se conocen, por eso Cris, Trieste y yo pasamos bastante tiempo desarrollando la historia de Doug y Gail. Les dije que quedasen antes de empezar con el rodaje para que pudiesen conocerse mejor, y resultó que su relación cuando no estaban rodando acabó siendo muy parecida a la que mantienen en pantalla.


Del mismo modo en que hay jóvenes que pueden verse retratados en tus películas, ¿con qué cineastas o películas se identifica Aaron Katz?


Me viene a la mente Seinfeld. Obviamente, la serie muestra una realidad aumentada, pero no se me ocurre nada que refleje mejor las preocupaciones de la vida americana moderna. No me identifico demasiado con personajes que comparten mis mismas preocupaciones, sino con aquellos que actúan con sinceridad. Hay muchas películas que teóricamente tratan sobre personas honestas que a mí no me parecen reales. A pesar de que sus circunstancias sean diferentes de las mías, me gustan las películas de Ozu porque la manera que tienen de relacionarse sus personajes me parece muy familiar y cercana. Podría decir lo mismo de la serie televisiva Friday Night Lights. De hecho, si lo pienso mejor, sus temporadas 1 y 3 estarían a la par, o incluso por encima, de Seinfeld como reflejo de la vida moderna americana.



Dejando de lado las  etiquetas impuestas desde la crítica, ¿te sientes parte de algún grupo o generación con la que compartes preocupaciones, ya sean a nivel de temática o de condición de producción?


Es evidente que lidiamos con los mismos problemas de producción: nunca hay suficiente dinero ni suficiente tiempo. Sin embargo, todos tenemos acceso a la misma tecnología que, sin apenas presupuesto, nos permite hacer una película. La aparición del Final Cut Pro y de cámaras de alta definición relativamente asequibles ha facilitado la realización de películas. En lo que se refiere a la temática, considero que gente de la misma edad y lugar pertenece a una misma generación, aunque mi punto de vista es diferente al de, por ejemplo, Andrew Bujalski o los hermanos Duplass.



¿En cuáles de tus facetas como creador te sientes más cómodo: dirección, guion, montaje…? ¿Te ves dirigiendo o escribiendo material ajeno?


Está claro que todas esas facetas son muy diferentes, pero forman parte del mismo proceso, por lo que al final depende más de qué tarea es prioritaria en lugar de en cuál uno se siente más cómodo. Y, por supuesto, dirigiría un guion ajeno. Tendría que ser un proyecto que me interesara, pero no veo razón para limitarme a dirigir mis propias historias.



Hasta ahora has contado con unos presupuestos pequeños y has trabajado con un equipo cercano a ti. ¿Crees que el estilo minimalista e íntimo de tus películas es en parte consecuencia de sus condiciones de producción, o forma parte de tu personalidad como creador? ¿Cómo sería una película de Aaron Katz con un presupuesto de la industria de Hollywood?


El estilo de cada película se adapta a las condiciones de la producción, pero hay muchos aspectos que nunca cambiaría aunque tuviera más presupuesto. Con más dinero me plantearía filmar en 35mm o incluso me abriría las puertas a rodar una película de época o de género.



Después de haber tratado los conflictos que surgen cuando empezamos a lidiar con nuestras primeras decisiones “adultas”, ¿hacia dónde te gustaría dirigir tus historias? ¿Piensas seguir reflexionando sobre estas cuestiones?


En este momento estoy desarrollando varios proyectos que abarcan temas muy diversos. No suelo pensar demasiado sobre qué voy a tratar en las películas; de hecho, cuanto menos pienso en ello más cómodo me siento escribiendo, así que no estoy muy seguro de qué será lo próximo.


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